sábado, 28 de janeiro de 2012

Libro Espiritualidad y Política, por Benjamín Forcano






Muchos asistieron al acto, pero otros no pudieron.





Para ellos, y otros interesados, les hago llegar las reflexiones que allí expuse y que recogen, creo, lo esencial del tema abordado en el libro por sus autores. Se trata de cómo aunar el arte de vivir (espiritualidad) con el arte de convivir (política), con un claro mensaje de pacifismo y no violencia.



¿El libro “Espiritualidad y Política” representa una novedad?



Comienzo por reconocer que, gracias a la iniciativa y esfuerzo multiplicado de Cristóbal Cervantes, surgió el proyecto de este libro con la colaboración de una veintena de autores. Hoy podemos presentarlo.



He pensado cómo dar cuenta de lo más esencial del libro, sin tener que abarcar todo, pues son nada menos que 350 páginas, con la aportación singular de 20 cabezas pensantes y desde un análisis propio de la sociedad en que vivimos.



Yendo a lo esencial, ¿el libro representa de verdad una novedad? Sí y no. Sí, si alcanzamos a seguirlo en lo que están hoy expresando las mentes más despiertas y solidarias; no, si pretendemos verlo reflejado en la mentalidad mayoritaria dominante, incluso de gente crítica, porque es un hecho evidente que lo que nos domina es el avasallador pensamiento neoliberal, hoy globalizado.



A nivel de conciencia y de investigación que registra las grandes contradicciones de la historia y desvela las íntimas aspiraciones del alma humana mundial, encuentro que los autores ofrecen claves que ayudan a entender la profundidad de la crisis y ofrecen soluciones para un nuevo rumbo.



Me propongo, en consecuencia, sacar a relucir algunos aspectos que, interconectados unos con otros, proyectan luz sobre la noche que nos envuelve y abren el horizonte de un nuevo día, de un nuevo comienzo, con tareas, transformaciones y compromisos nuevos y una nueva esperanza.



Por un nuevo paradigma de la convivencia humana



1. El paradigma vigente caduco y agotado



Hay, para los autores del libro, un punto de partida innegable: el paradigma que ha regido nuestra convivencia, ha llegado a su agotamiento.



La pregunta que se plantea ahora es, según Leonardo Boff, la siguiente: “¿Cuál será el próximo paso? ¿Más de lo mismo? Pero eso es muy arriesgado porque el paradigma actual está asentado sobre el poder de la naturaleza y de los seres humanos. No debemos olvidar que el ser humano ha creado la máquina de muerte que puede destruirnos a todos y destruir la vida de Gaia” (Espiritualidad y Política, pg. 16, Kairós, 2011).



Ervin Laszlo dice lo mismo: “La inestabilidad y falta de sostenibilidad de las sociedades contemporáneas han provocado una emergencia global que, a no ser verdaderamente remediada, puede degenerar y acabar en una catástrofe global” (Idem, pg. 111). “Hay que restablecer la estabilidad dinámica de la biosfera si queremos garantizar la supervivencia de la vida humana” (Idem, 108)



Y Federico Mayor Zaragoza: El destino de la humanidad reclama un nuevo comienzo”. (Idem. p. 56).



2. Hemos traicionado dimensiones esenciales de nuestro ser.



El diagnóstico de la deriva errática de nuestra civilización va apareciendo a lo largo del análisis de nuestros autores. Venimos de culturas milenarias y, en especial nosotros, de la cultura occidental cristiana. La experiencia y la sabiduría acumuladas arrojan luz sobre el momento presente y demandan un paso nuevo:



“La economía contemporánea, escribe Jordi Pigem, es la primera religión verdaderamente universal. El ora et labora dejó paso a otra forma de ganarse el paraíso: producir y consumir” (Idem, pg. 73).



Según Ervin Laszlo, “No podemos albergar la menor duda: si queremos vivir de un modo sostenible y en paz con los demás, debemos dar los pasos que conducen desde la conciencia tribal hasta la conciencia planetaria” (Idem, p. 119).



En este contexto apunta también Raquel Torrent:



“Sería un gran error desinteresarnos de la gestión política. El momento planetario que vivimos es una gran oportunidad que nos incita a recuperar los valores que nos hacen “humanos” y poder llegar a vivir con armonía; o, por el contrario, podemos desaprovecharlo convirtiéndolo en destrucción y guerra de un aniquilamiento sin precedentes, generada tan solo por el deseo de mantener el viejo orden y los beneficios financieros siempre en aumento. Sentimos la urgencia de desarrollar una Revolución de la conciencia que nos lleve a unir la política con la psicología y con la mística. Ver la realidad de manera global e integrada es lo que ha olvidado a la política y a otras ciencias, cayendo en el reduccionismo que se pretendía obviar” (Idem, pp. 143-144).



Ken Wilber, en contra el dicho vulgar de que “no te metas en una discusión sobre religión o política”, “¿Si lo espiritual está relacionado con las cuestiones fundamentales, cómo no van a ser parte de nuestra discusión? Si hubo buenas razones para que todas las naciones modernas y liberales diferenciaran Iglesia y Estado, espiritualidad y política, aún hay mejore razones para reunirlas en una discusión ahora libre ya de toda fuerza e imposición , guiada por una invitación abierta a enriquecer cada una de la otra en estas dos áreas tan cruciales” (Idem, p.122).



Y nuestro participante en la mesa y amigo Miguel Aguado: “Desde una visión espiritual o humanística de la vida, parece a los ojos de mucha gente que las formas actuales de hacer política son contrarias a unos valores de honradez, compasión, ética, apuesta por la verdad…



Quien habla de sentimientos, de ideales y valores es un idealista o utópico, ajeno a la realidad” (Idem, p.244). “Siguiendo la corriente oriental del Zen podríamos entender mejor la unión que debe tener la política, la vida, la espiritualidad, alcanzaríamos a destronar al ser humano de su creencia de estar ubicado en el centro de todo, especialmente del yo, núcleo básico del individualismo occidental y poco adecuado en la gestión de lo colectivo y relacionaríamos todas las cosas de tal forma que buscaríamos la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el Todo”. (Idem, pg. 245).



3. Las religiones dentro del paradigma anterior



Encuentro especialmente interesante, para cuanto estamos diciendo, el análisis que, sobre la situación actual, hace María Corbí. Nuestra sociedad ya no vive de creencias intocables, sino que se adhiere a proyectos colectivos que ella misma construye: “La nueva conciencia, escribe, está en que todo debemos construírnoslo nosotros mismos, nada nos baja del cielo, ni nos es dado por la naturaleza de las cosas” (Idem, p. 82).



Esta nueva conciencia se ha extendido a todos los rincones de la tierra y es consciente de moverse en una sociedad de riesgo. ¿Y qué ocurre ahora, se pregunta Corbí, con la espiritualidad y política, cuando se generalizan los modos de vida industrial y se asientan las sociedades de conocimiento, innovación y cambio?



Ocurre que, dentro de estas sociedades, las nuevas generaciones se desentienden del patrón de comprensión y valoración heredado de las religiones, dando lugar a un desmantelamiento total, como condición para asegurar que los nuevos postulados y valores broten directamente del protagonismo y responsabilidad de los ciudadanos: “En este contexto, la oferta de las tradiciones es libertad, paz y mansedumbre, distanciamiento del poder y todos sus atributos y distanciamiento de la riqueza. La espiritualidad no necesita para nada de príncipes de la Iglesia, sino de maestros del espíritu.

Eso es lo que la espiritualidad puede ofrecer: cualidad humana, cualidad humana profunda. Vuelve a haber una relación entre la espiritualidad y la política, pero esta vez la espiritualidad sólo ofrece espíritu, sin el cual las nuevas sociedades no pueden funcionar correctamente”. (Idem, p. 91).



Si las autoridades religiosas se empeñan en imponer el legado de nuestros antepasados, las nuevas generaciones optarán por alejarse de las religiones y pueden quedarse sin bases sólidas para manejar los nuevos valores que les exige la nueva situación: “La creación, escribe, de un sistema de valores adecuado a las nuevas sociedades es tarea de individuos y colectivos de cualidad. Esa cualidad debe conducir la política.



La política también debe cambiar. Sin embargo, está funcionando todavía con patrones organizativos y de acción propios del siglo XIX. Según nuestro criterio, ésta a es la causa de las crisis de los partidos, de las organizaciones sindicales y de la relaciones internacionales. La política necesita de la cualidad humana que le podrían proporcionar las grandes tradiciones religiosas y espirituales y así poder crear y ofrecer proyectos de vida colectiva que provoquen la adhesión voluntaria de ciudadanos y grupos” (Idem, pp. 95-96).



El nuevo paradigma de espiritualidad y unidad universales



En el pensamiento de unos y otros autores, va apareciendo una doble constante de denuncia y propuestas. Así, por ejemplo, Joan Melé: “Hemos llegado al punto máximo de ruptura con lo espiritual , la visión materialista del ser humano y de la vida casi se ha constituido como un dogma que se impone desde una supuesta clase inteligente, que ante cualquier tipo de planteamiento espiritual exige demostraciones científicas. Como si fuera posible reducir al ámbito material algo que no lo es. Lo espiritual no se puede demostrar, sólo se puede mostrar, y luego, si se quiere, experimentarse” (Idem, pp. 167-168).



Antonio Gutiérrez-Rubí escribe: “Lo cierto es que nos sentimos perdidos. La política formal ha perdido el timón de mando de lo público. Incapaz de dirigir la voracidad de los mercados e insuficiente para representar el hambre de más democracia latente en nuestra sociedad, parece un notario de las injusticias y un administrador de las contradicciones sociales y económicas…. La rebelión en estas circunstancias, no es un motín contra la autoridad. Es una exigencia moral.



Es consecuencia del hecho de que nuestros capitanes ya no saben dónde van y ponen en riesgo la nave y la tripulación. En mi opinión, haciendo mía la de Eric Hobsbawm, el mundo necesita recuperar los valores de la Ilustración, para afrontar el futuro. Aquellos que creen en el progreso humano, de toda la humanidad, a través de la razón, la educación y la acción colectiva” (Idem, pp. 98-99).



Y Ángeles Román, desde su estudio de la Intuición y su evolución en el ser humano, afirma: “La historia de la humanidad ha sido una sucesión de razones impuestas, hoy el mundo se encuentra en un momento de extrema tensión, producto del desequilibrio interior del ser humano; el conceder al dinero el valor de bien supremo y el ansia de su acumulación hacen girar una rueda marcada de injusticias contra todos los sistemas de la vida.



Dicha acumulación es contraria al funcionamiento de las leyes naturales, biológicas y cósmicas. Cuando la vida se mide bajo los índices del mercado, y todo el engranaje se mide por factores económicos, en manos de unos pocos poderes, se pierde la fuerza solidaria inscripta en el orden natural, se ha deshumanizado el mundo” (Idem, p.192).



Y añado, como un grito más, la palabra de Tariq Ramadán: “Nuestras sociedades tienen necesidad de un nuevo “nosotros”. Un “nosotros” que reúna a hombres y mujeres, a ciudadanos de toda religión o sin ella que luchen unidos contra las contradicciones de su sociedad, por el derecho al trabajo, la vivienda y el respeto y contra el racismo, la discriminación y cualquier tipo de violación de la dignidad humana.



Ese “nosotros” debe representar, a partir de ahora, una unión y una dinámica de ciudadanos que, confiando en sus valores defienden el pluralismo de una sociedad común, y respetando las identidades plurales, deciden combatir juntos en aras de los ideales que comparten en el seno de su ciudad” (Idem, pg. 340).



Voy a concluir aludiendo a algunos principios que Koldo Aldai y Leonardo Boff señalan como base, condición y proyecto para poder a impulsar una nueva conciencia, ya en marcha.



El descubrimiento de que a todos nos es intrínseca la condición de la ciudadanía universal y, con ella, la condición también universal de la dignidad humana, nos está haciendo como absurdos todos los intentos de ordenar el mundo en base a dualismos de dominación y exclusión. Nuestra cultura occidental -valiosa en muchos de sus principios y valores- está corroída por el cáncer de prácticas político-religiosas, imperialistas y colonizadoras, marcadamente euro céntricas.



Según KOLDO ALDAI tenemos una historia cruenta, regida en gran parte por los intereses propios y mezquinos de gobernantes y mandatarios. Pero esta conciencia está cambiando: “El político y la política espiritualmente orientados fomentan siempre el espíritu de colaboración y están imbuidos de un amor profundo a la humanidad. Saben que la ley del servicio rige el futuro…El viejo orden basado en la competitividad, el individualismo y la explotación, ya de la Madre naturaleza, ya de los humanos, caerá por su propio peso.



De ninguna manera sobrevivirá, pues no se ajusta a la ley universal de la solidaridad. No es preciso tumbar la vieja civilización, no tienen recorrido” (Idem, 203). “Emerge un nuevo tiempo en que la humanidad más crecida, más fraterna, comienza a superar la herejía de la separatividad” (Idem, p. 200). “Si dejamos atrás la codicia y la competencia, si hacemos progresar los principios de colaborar y compartir, más pronto que tarde alboreará una nueva era sobre la tierra” (Idem, 204).



“Espiritualidad y política se irán acercando más y más, pues la humanidad está dando importantes pasos en su evolución hacia la plena instauración del ideal supremos de la fraternidad humana, sentimiento que lleva implícito el otro gran ideal de la filiación divina. Somos hijos e hijas, no ya de éste o aquel Dios, del tuyo o del mío, somos hijos del Origen, de la Fuente de todo amor y de toda vida, y no importa el hombre que apliquemos a ese Alfa innombrable” (Idem, p. 199).



LEONARDO BOFF, teólogo profeta, lleva más de 30 años señalando los peligros de nuestra errática travesía actual y ofrece principios que debieran marcar un nuevo rumbo.



Está surgiendo una nueva era humana, una nueva conciencia, marcada por el inagotable capital espiritual, que logrará que la economía sirva a la vida. Lo que hace quebrar el viejo orden es la ruptura de la cosmología clásica, propia de los grandes imperios, del iluminismo y del proyecto contemporáneo de la tecnocracia.



“He aquí que después de más trescientos años de exaltación de la razón asistimos a la locura de la razón, pues sólo una razón enloquecida organiza una sociedad en la cual el 20 % de la población posee el 80 % de toda la riqueza de la Tierra. Un sentir profundo nos hace escuchar el grito de la Tierra y el clamor desgarrador de millones de hambrientos. No es la razón fría, sino la razón sensible la que mueve a las personas para bajarlos de la cruz y hacerlos vivir” “(Idem, p.21-23).



“En vez de un cosmos fragmentado, compuesto de una suma de seres inertes y desconectados, la nueva cosmología ve el universo como el conjunto de sujetos relacionales, todos inter-conectados. Espacio, tiempo, energía, información y materia son dimensiones de un único gran Todo. Antes que una máquina , el cosmos, incluyendo la tierra, se muestra como un organismo vivo que se autorregula, se adapta, evoluciona y eventualmente, en situación de crisis, da saltos buscando un nuevo equilibrio” (Idem p. 20).



“Nosotros mismos somos la parte consciente y libre e inteligente del universo y de la Tierra. Por el hecho de ser portadores de estas capacidades, podemos enfrentarnos a las crisis, detectar el agotamiento de ciertos hábitos culturales, (paradigmas) e inventar nuevas formas de ser humanos, de producir, consumir y convivir. Es la cosmología de la transformación, expresión de la nueva era, la era ecozoica” (Idem, p. 20).



“La crisis actual hace necesaria una salida salvadora y ésta es la noosfera. Entonces prevalecerá la comunión de mentes y corazones de los seres humanos entre sí, con la Tierra, con todo el universo y con al Atractor de la todas las cosas” (Idem, pg. 30). Porque no nos sentimos parte de la Tierra, la estamos destruyendo.



El futuro del siglo XXI dependerá de que asumamos o no esta nueva cosmología: “Formamos, junto con la Tierra viva, la gran comunidad cósmica y vital. (Idem, pg. 32).



“La sensibilidad, la cordialidad, el cuidado llevados a todos los niveles, con la naturaleza, con las relaciones sociales y en la vida cotidiana pueden cimentar, junto con la razón, una utopía que podemos tocar con las manos que es inmediatamente practicable. Estos son los fundamentos del paradigma civilizatorio naciente que nos da vida y esperanza” (Idem, pg. 23).



Presentaron:



Federico Mayor Zaragoza

Director de la Fundación Cultura de Paz y coautor del libro

Benjamín Forcano

Sacerdote, teólogo y coautor del libro

Miguel Aguado

Diputado en el Parlamento de Madrid y coautor del libro

Cristóbal Cervantes

Escritor y conferenciante, coordinador del libro.



sábado, 14 de janeiro de 2012

Murar o Medo - Mia Couto


Conferências do Estoril - 2011




O medo foi um dos meus primeiros mestres. Antes de ganhar confiança em celestiais criaturas, aprendi a temer monstros, fantasmas e demônios. Os anjos, quando chegaram, já era para me guardarem, os anjos atuavam como uma espécie de agentes de segurança privada das almas. Nem sempre os que me protegiam sabiam da diferença entre sentimento e realidade. Isso acontecia, por exemplo, quando me ensinavam a recear os desconhecidos. Na realidade, a maior parte da violência contra as crianças sempre foi praticada não por estranhos, mas por parentes e conhecidos. Os fantasmas que serviam na minha infância reproduziam esse velho engano de que estamos mais seguros em ambientes que reconhecemos. Os meus anjos da guarda tinham a ingenuidade de acreditar que eu estaria mais protegido apenas por não me aventurar para além da fronteira da minha língua, da minha cultura, do meu território. O medo foi, afinal, o mestre que mais me fez desaprender. Quando deixei a minha casa natal, uma invisível mão roubava-me a coragem de viver e a audácia de ser eu mesmo. No horizonte vislumbravam-se mais muros do que estradas. Nessa altura, algo me sugeria o seguinte: que há neste mundo mais medo de coisas más do que coisas más propriamente ditas.







No Moçambique colonial em que nasci e cresci, a narrativa do medo tinha um invejável casting internacional: os chineses que comiam crianças, os chamados terroristas que lutavam pela independência do país, e um ateu barbudo com um nome alemão. Esses fantasmas tiveram o fim de todos os fantasmas: morreram quando morreu o medo. Os chineses abriram restaurantes junto à nossa porta, os ditos terroristas são governantes respeitáveis e Karl Marx, o ateu barbudo, é um simpático avô que não deixou descendência. O preço dessa narrativa de terror foi, no entanto, trágico para o continente africano. Em nome da luta contra o comunismo cometeram-se as mais indizíveis barbaridades.







Em nome da segurança mundial foram colocados e conservados no Poder alguns dos ditadores mais sanguinários de toda a história. A mais grave herança dessa longa intervenção externa é a facilidade com que as elites africanas continuam a culpar os outros pelos seus próprios fracassos. A Guerra-Fria esfriou mas o maniqueísmo que a sustinha não desarmou, inventando rapidamente outras geografias do medo, a Oriente e a Ocidente.







Para responder às novas entidades demoníacas não bastam os seculares meios de governação. Precisamos de investimento divino, precisamos de intervenção de poderes que estão para além da força humana. O que era ideologia passou a ser crença, o que era política tornou-se religião, o que era religião passou a ser estratégia de poder. Para fabricar armas é preciso fabricar inimigos. Para produzir inimigos é imperioso sustentar fantasmas. A manutenção desse alvoroço requer um dispendioso aparato e um batalhão de especialistas que, em segredo, tomam decisões em nosso nome. Eis o que nos dizem: para superarmos as ameaças domésticas precisamos de mais polícia, mais prisões, mais segurança privada e menos privacidade.







Para enfrentarmos as ameaças globais precisamos de mais exércitos, mais serviços secretos e a suspensão temporária da nossa cidadania. Todos sabemos que o caminho verdadeiro tem que ser outro. Todos sabemos que esse outro caminho começaria pelo desejo de conhecermos melhor esses que, de um e do outro lado, aprendemos a chamar de “eles”. Aos adversários políticos e militares, juntam-se agora o clima, a demografia e as epidemias. O sentimento que se criou é o seguinte: a realidade é perigosa, a natureza é traiçoeira e a humanidade é imprevisível. Vivemos – como cidadãos e como espécie – em permanente limiar de emergência. Como em qualquer estado de sítio, as liberdades individuais devem ser contidas, a privacidade pode ser invadida e a racionalidade deve ser suspensa.







Todas estas restrições servem para que não sejam feitas perguntas incomodas como estas: porque motivo a crise financeira não atingiu a indústria de armamento? Porque motivo se gastou, apenas o ano passado, um trilhão e meio de dólares com armamento militar? Porque razão os que hoje tentam proteger os civis na Líbia, são exatamente os que mais armas venderam ao regime do coronel Kadaffi? Porque motivo se realizam mais seminários sobre segurança do que sobre justiça? Se queremos resolver (e não apenas discutir) a segurança mundial – teremos que enfrentar ameaças bem reais e urgentes.







Há uma arma de destruição massiva que está sendo usada todos os dias, em todo o mundo, sem que seja preciso o pretexto da guerra. Essa arma chama-se fome. Em pleno século 21, um em cada seis seres humanos passa fome. O custo para superar a fome mundial seria uma fração muito pequena do que se gasta em armamento. A fome será, sem dúvida, a maior causa de insegurança do nosso tempo. Mencionarei ainda outra silenciada violência: em todo o mundo, uma em cada três mulheres foi ou será vítima de violência física ou sexual durante o seu tempo de vida. É verdade que sobre uma grande parte de nosso planeta pesa uma condenação antecipada pelo fato simples de serem mulheres. A nossa indignação, porém, é bem menor que o medo.







Sem darmos conta, fomos convertidos em soldados de um exército sem nome, e como militares sem farda deixamos de questionar. Deixamos de fazer perguntas e de discutir razões. As questões de ética são esquecidas porque está provada a barbaridade dos outros. E porque estamos em guerra, não temos que fazer prova de coerência, nem de ética e nem de legalidade. É sintomático que a única construção humana que pode ser vista do espaço seja uma muralha. A chamada Grande Muralha foi erguida para proteger a China das guerras e das invasões. A Muralha não evitou conflitos nem parou os invasores. Possivelmente, morreram mais chineses construindo a Muralha do que vítimas das invasões que realmente aconteceram. Diz-se que alguns dos trabalhadores que morreram foram emparedados na sua própria construção. Esses corpos convertidos em muro e pedra são uma metáfora de quanto o medo nos pode aprisionar. Há muros que separam nações, há muros que dividem pobres e ricos. Mas não há hoje no mundo, muro que separe os que têm medo dos que não têm medo. Sob as mesmas nuvens cinzentas vivemos todos nós do sul e do norte, do ocidente e do oriente. Eduardo Galeano escreveu sobre o medo global: “Os que trabalham têm medo de perder o trabalho. Os que não trabalham têm medo de nunca encontrar trabalho. Quando não têm medo da fome, têm medo da comida. Os civis têm medo dos militares, os militares têm medo da falta de armas, as armas têm medo da falta de guerras. E, se calhar, acrescento agora eu, há quem tenha medo que o medo acabe

quinta-feira, 12 de janeiro de 2012

A mudança exterior começa internamente: entrevista com David Holgren

David Holmgren






artigo retirado da página www.permear.org.br, 22/8/2007

A mudança exterior começa internamente



Silvia Pugsley



De passagem pelo Brasil, Holmgren fala sobre sua vida, a evolução de suas idéias, o rumo que a permacultura tomou com o tempo e a situação atual do meio ambiente



Um dos criadores da Permacultura, David Holmgren, esteve no Brasil, onde ministrou curso sobre o tema para permacultores formados. Durante a estadia de uma semana em Florianópolis em maio passado, Holmgren concedeu uma entrevista na casa dos permacultores Jorge Timmermann e Suzana Maringoni. Confira a seguir a entrevista na íntegra:



Silvia – Como é a sua vida na Austrália?



Holmgren - A gente mora numa cidade pequena, com 6 mil pessoas, é como uma vila. Há ainda duas comunidades com as quais estamos envolvidos. A vila que tem poucas pessoas. Algumas são permacultoras e outras não, mas todos temos um jeito similar de viver. Talvez sejamos vistos como mais extremistas e radicais para os australianos que possuem um jeito de viver muito dependente do consumo. Outras pessoas consideram radicais apenas algumas das coisas que fazemos. Eu acredito que a gente balanceia. Meu trabalho é mais ou menos um terço de trabalho com design, ensinar (permacultura) e falar em público, mais um terço de pesquisa e contatos e outro terço trabalhando na terra.



Silvia – Você tem alguma restrição quanto à comida?



Holmgren - Eu digo que as restrições da natureza são as maiores. Escolhemos não comer aquilo que não cresce em nossa região. Não como um tabu, mas pelo fato de considerar essas coisas artigos de luxo. Todas as pessoas na Austrália comem bananas. Eu não tenho bananas e laranjas em casa. Elas são comidas de luxo por virem dos trópicos e não crescem em nenhum lugar perto dos mil quilômetros onde vivemos. As pessoas vêem essas coisas como comuns. Eu não digo que sejam boas ou ruins, mas as vemos como especiais. O café é assim para nós também. Parte por ser subtropical e parte por não acharmos que seja tão saudável.



Quando meu filho era mais novo, banana era seu “doce especial” (risadas). Quando ele tinha quatro anos nós fomos para Queensland (estado no nordeste da Austrália) para uma visita e prometemos que compraríamos “um balde” de banana para ele. Isso, que é algo tão comum para a maioria das pessoas, foi muito especial para ele. Nós fazemos coisas que celebram o lugar em que você vive, então quando você vai para outro lugar, pode diferenciar. Su (sua esposa) foi vegetaria por 15 anos, antes de me conhecer. No início morávamos na cidade. Eu nunca fui vegetariano, mas na cidade comíamos comida vegetariana na maior parte do tempo. Quando mudamos para o campo, expliquei para ela que carne era muito mais fácil de produzir naquele lugar. Então por muito tempo consumimos apenas carne de nossos próprios animais. Usamos muitos produtos de laticínio. Então alguma carne nós comemos, mas nunca comprada no sistema habitual. Isso faz com que nosso consumo de carne seja ocasional. Temos muitos amigos que são vegetarianos, mas cada vez mais conhecemos pessoas envolvidas em permacultura que seguem esse nosso padrão: comem um pouco de carne, mas só quando há uma conexão com o animal. Acredito também que isso varie de acordo com a localização da pessoa. É mais natural ser mais vegetariano em determinados lugares e ser mais carnívoro em outros. É assim que acontece na natureza e é como os indígenas tendiam a ser.



Silvia – Como a permacultura vê isso?



Holmgren - A permacultura sempre vê as coisas dentro de um contexto, de um ponto de vista relativo. Depende da situação. Muitas idéias e coisas filosóficas podem ser consideradas absolutas, dizendo que se algo é bom, seria bom se todos fizessem e vice-versa. Já na natureza depende. O exemplo que costumo dar é que quando estava em Israel, em 1994, vimos muitos porcos selvagens começando a se desenvolver em florestas e os judeus não comem porcos. Então perguntei para eles se ninguém os caçava. Eles disseram que às vezes moradores de vilas cristãs. Eu olhei para ele e disse que ele vai precisar de mais cristãos no futuro, pois vai haver cada vez mais porcos (risos). Então, você não precisa ser como outras pessoas para estar numa relação ecológica. Digo algo parecido com isso eu digo para meus amigos “vegans”. Se você imaginar uma sociedade na qual todos são vegetarianos ou particularmente “vegans” seria uma existência miserável. Porém, se esse for o caso de apenas 10% da população, já não é um problema. O mesmo acontece se pararmos para pensar numa civilização com pouca energia no futuro, que não deixa de ser uma possibilidade, se continuarmos a viver como vivemos. Eu percebi essa relação falando com pessoas que cuidavam de uma casa de hóspedes, enquanto eu dava cursos de design permacultural. Estávamos negociando pela primeira vez o que podíamos fazer. Eu sugeri que não usássemos muitos ovos e, quando usássemos, que fossem apenas de galinha. No entanto, para eles, como “vegans”, se algo é ruim, é sempre ruim; assim ovos não poderiam ser usados. No caso da permacultura, depende do contexto, da quantidade e das conexões, entre outros fatores que podem variar. Nessa discussão eu percebi que a permacultura sempre olha para as coisas dessa maneira. Isso significa que talvez um grupo de regras que funciona num lugar, pode não funcionar em outros. Por isso, não existem regras propriamente ditas.



Silvia – E quanto você acha que é possível ser auto-suficiente?



Holmgren - Nós conhecemos pouquíssimas pessoas na Austrália que produzem tanto o que consomem, como nós fazemos. Isso dificilmente acontece pelo limite do que pode ser produzido num lugar, mas geralmente pelo que se escolhe comer, mais ou menos como falamos anteriormente. Se você escolhe comer uma grande variedade de coisas, vindas de diferentes lugares, vai ser bem mais difícil de ser providenciado. Se você está preparado para comer o que cresce localmente, então é possível, de um ponto de vista técnico, que sejamos auto-suficientes em termos de comida. Nós ainda não fazemos isso pelo fato de que certas coisas são mais difíceis de serem produzidas em nosso sistema.



Silvia – Então é mais fácil comprar?



Holmgren - Então é mais fácil comprar de produtores locais (orgânicos) que estão perto de nós. Eles possuem a terra e o equipamento para produzir os grãos. Certa vez que viajei pela Europa, em 1994 para dar cursos de permacultura, durante seis meses ficamos em apenas dois lugares nos quais as pessoas produziam mais comida em suas terras do que nós. A impressão que eu tenho é que nos países mais ricos é muito, muito raro que as pessoas produzam sua própria comida. Quando estivemos na Eslovênia, no ano de 2005, visitamos uma comunidade que produzia toda a sua comida. Eles eram em 20 pessoas. No entanto, se você olha para auto-suficiência além de comida, daí eu não posso fazer um computador sozinho. Hoje estamos envolvidos num mundo no qual, para a maioria das coisas que usamos, não podemos alcançar a auto-suficiência. Do meu ponto de vista, nós podemos escolher não usar essas coisas ou podemos escolher usá-las apenas para atividades que são absolutamente essenciais. Então, com algo tão complicado como computadores, minha escolha é lidar com eles cada vez mais para o meu trabalho e não torná-lo essencial. Isso significa utilizá-lo pela sua função, apenas para a busca e divulgação de informações. Eu diria que (o computador) é a cobertura do bolo e nunca o próprio bolo. Outra abordagem que buscamos é saber o máximo possível de uma coisa, para estar hábil a fazer sozinho. Ou seja: aprender a usar e não ser dependente de profissionais o tempo todo. Outra coisa é que, no nosso caso sobre computadores, meu filho Oliver é um técnico e ele faz a assistência. Isso ilustra talvez a cultura de “self-reliance”. Eu digo tudo isso para ilustrar que não é algo preto e branco, não é uma coisa absoluta. A comida é a paixão de Su e ela se esforça muito para, em tudo aquilo que não produzimos, achar alguém que produza. Dessa maneira nós sabemos de onde vem toda a nossa comida e, de qualquer modo, temos uma conexão com aquilo. Não compramos nada do supermercado. Além disso, Su compra dos fazendeiros em grande quantidade e redistribui para outras pessoas. Isso mostra que há um sistema de comida. Também estamos envolvidos em um CSA (Community Suportive Agriculture), que é uma fazenda que vende caixas de vegetais para serem compradas com uma semana de antecedência. Ela organiza esse sistema, mesmo que a gente não vá comer os vegetais, nós os colocamos nas caixas e redistribuímos. Tudo isso traz muitos aspectos de subsistência.



Silvia – Você considera possível reverter a situação ambiental e como a permacultura pode ajudar nisso?



Holmgren - Eu acho que tem duas coisas que afetam mais drasticamente o futuro da humanidade: o fornecimento de petróleo e o aquecimento global. Eu estou convencido de que no futuro haverá menos fontes de energia e temos que tomar rumos diferentes do que seguimos agora. Várias coisas que fazemos agora terão impacto em séculos. Acredito que, com isso, com o passar do tempo as pessoas terão menos força para causar impactos ambientais. Algumas das alterações que veremos em séculos serão boas e outras ruins para nós, mas a trajetória até essas mudanças ainda é incerta. A permacultura tem várias contribuições para essa trajetória e isso se deve principalmente pela menor intervenção na natureza. Ela indica que as pessoas vivam através daquilo que vem da terra, simplificando a vida. A permacultura também pode mostrar para as pessoas um jeito de reduzir a pobreza vivendo em vilas, sítios ou fazendas. O maior problema é que essas pessoas aceitem mudar o jeito como vivem, passando a ter uma vida simples. E eu acredito que precisamos fazer isso, pois o planeta está morrendo.



Outro papel da permacultura é dar a possibilidade de pessoas que não tem nada na cultura tradicional se inserirem de alguma forma. Com isso, alguns elementos da permacultura definitivamente podem ajudar nesse processo. Chamando de permacultura ou não, esse tipo de pensamento deve se tornar normal no futuro. Através da permacultura o processo pode ser menos doloroso e mais produtivo, mas é inevitável que haja um pouco de dor no caminho. É difícil dizer se tem alguma coisa na cultura humana que vai ajudar mesmo a resolver o problema que enfrentamos hoje. Não é assim um problema que pode ser arrumado. Devemos começar mudando a nós mesmos. É um problema que não esta no escopo do projeto humanidade, mas sim, num sistema mais amplo. A gente não pode mudar o clima de uma hora para outra. A humanidade está queimando recursos naturais que foram reunidos em centenas de milhares de anos. Acontecem muitas discussões sobre como podemos consertar esses problemas, mas isso é uma analise puramente técnica para que seja possível manter esse nível de produção que temos atualmente. Com isso, a única coisa que temos o real poder de mudar é a nós mesmos. O lado bom é que as pessoas mudam o comportamento de maneira mais rápida e poderosa do que qualquer outro animal. Podemos nos tornar totalmente diferentes impressionantemente e rápido. Olhando para a permacultura como tecnologia podemos usar essa palavra num sentido mais amplo. Como métodos e técnicas para o homem que podem ser muito poderosas. Principalmente se pensarmos em pessoas de baixa renda. Elas podem não ter as habilidades que se usam nos métodos tradicionais, mas combinando corretamente todas essas coisas terão um instrumento em suas mãos. No entanto, nada é suficientemente poderoso para atingir pessoas ricas, para que elas tenham uma vida mais fácil e simples. Para elas todas as soluções da permacultura parecem pequenas e frágeis perto das soluções que as sociedades industriais possuem. Por exemplo, pegue algo como a idéia da cerca viva. Você pega galhos e os entrelaça, fazendo uma barreira contra animais. Em algumas comunidades africanas os animais comem a produção, então as pessoas não conseguem plantar nada. Uma pequena ação gera uma transformação. De repente as pessoas podem proteger as plantações. Só que elas não fazem isso, pois é mais fácil ir a uma loja e comprar arame farpado. Muito da permacultura é instalar essa mudança de comportamento. Não podemos mudar o sistema externo, mas podemos mudar as pessoas. Desse jeito estamos sempre trabalhando dos dois lados da equação. Mudando o comportamento, você muda o sistema externo. Muito da permacultura fala de mudança de comportamento e de ver essa experiência como positiva. Como um progresso diante daquilo que se faz agora. Não sabemos se a mudança em larga escala poderá ser feita de maneira rápida suficiente e sem essa sensação de dor. Podemos ver que num contexto social é um processo lento. No entanto, chega uma hora que vai ser natural, assim como respirar.



Página: www.holmgren.com.au

quarta-feira, 11 de janeiro de 2012

Carta do Mundo Livre

Postado em http://holosecologiaintegral.blogspot.com/


Você conhece a "Carta do Mundo Livre"?




A "borboleta da urtiga"

é o símbolo da Carta do Mundo Livre.

Representa a liberdade,

a simplicidade,

a maturidade e a fragilidade.

Sob o ´titulo "mundo livre" podem se encaixar muitos rótulos, anseios, aspirações. Um mundo livre de opressão, um mundo livre de violência. Livre de classes. Livre de ganância. Livre de dinheiro, por que não? Parece absurdo? Pois é justamente a supressão do dinheiro o desejo dos signatários da "Carta do Mundo Livre". A ideia parte de dez princípios para estabelecer "uma nova sociedade mundial baseada na justiça, senso comum e sobrevivência". São eles:





1. A maior preocupação da humanidade é o bem comum conjunto de todos os seres vivos e biosfera.

2. A vida é preciosa em todas as suas formas, e livre de se desenvolver no bem comum conjunto.

3. Os recursos naturais da Terra são, à nascença, um direito de todos os seus habitantes, e livres para partilhar no bem comum conjunto.

4. Todo o ser humano é uma parte igual de uma comunidade mundial de humanos, e um cidadão livre da Terra.

5. A nossa comunidade é fundada no espírito de cooperação e no entendimento da Natureza, proporcionados pela educação básica.

6. A nossa comunidade proporciona a todos os seus membros as necessidades para uma vida saudável, plena e sustentável, livremente e sem obrigações.

7. A nossa comunidade respeita os limites da Natureza e dos seus recursos, assegurando o consumo e desperdício mínimos.

8. nossa comunidade encontra soluções e promove o progresso principalmente através da aplicação da lógica e do melhor conhecimento disponível.

9. A nossa comunidade reconhece o seu dever de protecção e compaixão para com membros impossibilitados de contribuir.

10. A nossa comunidade reconhece a sua responsabilidade em manter uma biosfera diversa e sustentável de que toda a vida futura possa desfrutar.







Para obter mais informações e se juntar a pessoas de mais de 150 países que já assinaram o documento, acesse: Carta do Mundo Livre - www.freeworldcharter.org/?l=pt


Postado por Pâmela Belliato às 1:24 PM 0 comentários

SER(ES) AFINS